Cuando la vida comienza 3. Elias

-Queda usted detenido

Se me heló la sangre, se me  colapsó el cerebro, se me paralizaron los músculos.

La miré, no me podía creer lo que me estaba haciendo.

No me lo podía creer.

Sus ojos negros, esos que antaño me miraban con adoración habían cambiado. Eran enormes, como siempre, eran negros azabaches como siempre, envueltos en sus largas y tupidas pestañas, como siempre. No sé qué era, pero algo ha cambiado.

Ahí estaba, en la cama de hospital, donde estaba por su culpa, por su arrogancia, por presionarme, por no saber entenderme.

Y me había denunciado.

¡A mi ¡

Mi cabeza no respondía. Quería decir que esto era un atropello, una equivocación.

Quería hablar con ella en privado. Tenía derecho, era mi mujer.

Pero mi lengua no respondía, no obedecía al grito de mi cerebro: ¡defiéndete¡¡ Di algo ¡no seas memo¡. Si me viera mi padre………

Sin saber cómo me veo delante de un juicio rápido donde una juez (perdón, jueza) me lee un informe médico y me reprocha mi conducta, como si yo fuera un niño pequeño.

Me mira con rencor, es imposible que sea justa conmigo. Imposible que quiera escuchar mis razones. Solo le interesa meter a otro hombre en la cárcel.

Mi abogado me dice que no me preocupe, que pondrán una fianza, se paga y listo.

Pero no las tengo todas conmigo. La tía esta me tiene ganas. Dale poder a quien no sabe utilizarlo y te encontrarás con jueces incapaces de discernir lo correcto de lo incorrecto.

-las lesiones que ha infligido a su mujer son muy graves. Los médicos confirman además que tiene lesiones antiguas en brazo, pómulo y costillas.

-no, si ahora voy a tener la culpa hasta de una caída en bici que se hizo de cría.

-¿disculpe? ¿Ha dicho algo?

-nada señoría, disculpe a mi cliente. Entendemos que este juicio es sobre un caso aislado ya que mi defendido nunca ha sido acusado de nada y es un hombre de una familia muy respetada de Madrid.

-disculpe abogado, el apellido de su defendido no tiene aquí ningún valor.

-por supuesto señoría, quería solo constatar que mi defendido no tiene ningún delito ni ha recibido anteriormente ninguna denuncia.

El entiende que lo que ha hecho está mal y que por supuesto se arrepiente enormemente.

-Tengo suficiente con este suceso como para enviarle directo a la cárcel sin fianza a la espera de juicio.

– ¿qué? ¿Qué ha dicho?

-lo siento Elías, no me ha dado tregua. Esta el tema de los malos tratos muy candente.

-yo no soy un maltratador, por favor, ¡qué exageración! Di algo.

Mis padres están en la sala, no quiero mirarlos, ellos ya me avisaron que la colombiana no era trigo limpio.

No quise escucharlos, me dejé engañar, la defendí ante el mundo, y ahora me lo paga asi.

Nunca nadie me había traicionado de esta forma.

-se levanta la sesión.

Me llevan a una celda provisional. Quiero salir de aquí. Estoy sudando, necesito una ducha y cambiarme de ropa. No puedo ver a mis padres con este aspecto.

-hijo, cariño, ¿qué te ha hecho esa mujer? ¿Como es posible?

-hola mama, no lo sé, se ha vuelto loca.

-pero hijo, ¿tú le has pegado?

-mama no quiero hablar de ello y me conoces bien, sabes que soy una buena persona, pero todo el mundo tiene un límite.

-tranquilo cariño, te entiendo, tranquilo que te sacaremos de aquí.

-mama necesito salir hoy, yo no puedo dormir en la cárcel sabes que yo no valgo, me hundiré, no puedo. ¿Y dónde está papa?

-se ha quedado fuera. Esta disgustado entiéndelo. Hace mucho que te había avisado que no era buena persona. Y ahora esto, cariño. ¡Qué vergüenza¡¡¡ dios mío¡qué vergüenza¡¡

-señora, se acabó el tiempo.

-mama por favor, sácame de aquí y dile a papa que lo siento, siento esta situación tan lamentable y siento no haberle hecho caso en su momento.

Me quedo solo, con mis pensamientos. No puedo dejar de ver sus ojos. Alguien le había comido el coco. Ella no era asi, ella no podía hacerle eso.

Me acurruco en un camastro digno de un pordiosero. ¡Dios mío¡¡ ¿en qué me ha convertido?

¿Cómo he podido dejar que me arruine la vida de esta forma?

Ella era buena, ella me quería…

Eran las diez de la noche y habíamos quedado para cenar en el Vela, el restaurante más de moda de la ciudad. Mis amigos de la universidad eran tipos que sabían pasárselo bien.

Estábamos en último curso de Economía y teníamos toda la vida por delante. Una buena vida.

Nacer en una buena familia, con unos padres con valores y principios claros, donde la educación ocupaba un lugar muy privilegiado era sin duda una gran fortuna. Sin embargo, no era una vida fácil, mi padre me exigía mucho, pero yo sabía que si me esforzaba podría tener una vida llena de éxitos en todos los sentidos.

Mi padre siempre me decía: Elías, no te salgas de la senda, vete por el camino recto y todo lo que quieras lo conseguirás.

Y me torcí, cuando la conocí, me torcí.

No sé qué me pasó, nunca he sido enamorado, pero me atrapó con sus ojos negros.

Estábamos terminando de cenar y nos ofrecieron un licor de postre. Mi amigo Luis me dijo:

-buen culo tiene la camarera ¿eh?’

Me giré y la vi. Justo se había dado la vuelta, creo que escucho a Luis.

Le pedí disculpas con la mirada y sus ojos negros se relajaron.

Fue la primera vez que conectamos.

Nunca entendí porque tuvo que ser ella. No era especialmente guapa, no tenía un cuerpo escultural. Pero algo cambio dentro de mí.

Terminamos la cena y me dirigí al lavabo.

-¿ha estado todo a su gusto señor?

-ha sido excelente, como siempre. Pero a usted no la vi antes.

– es mi primera semana de trabajo, recién acabo de llegar de mi país.

-¿de dónde es usted?

-de Colombia señor. He venido a hacer un curso de especialización y los fines de semana trabajo.

-¿cómo te llamas?

-Amalia

-encantado de conocerle Amalia, yo me llamo Elías.

Muchas veces recordé ese día, ese fatídico día que mi amigo me hizo girar la cabeza y que ella me preguntó al ir al lavabo.

Sino hubieran pasado esos dos pequeños momentos, mi vida no se hubiera torcido.

Caí en un ciclón. No podía pensar en otra cosa. La iba a buscar al trabajo, la invitaba a comer un bocadillo rápido antes de su turno, la veía servir otras mesas y como de soslayo me sonreía.

Por las noches me dormía pensando en ella, en sus charlas, en los sueños que tenía. Y me dormía imaginándome que yo estaba también allí, em sus sueños de ahora y siempre.

Me enamoré perdidamente y me perdí.

Ella me hizo pensar que yo era el hombre de su vida, que me quería, me idolatraba, admiraba mi cultura y mi afición por el arte y las piezas bellas. Aprendía conmigo, aprendía de mí.

Yo le hice ser la mujer culta y le introduje en mi circulo.

Las novias y mujeres de mis amigos, todas españolas, la miraban con recelo pero poco a poco conseguí que la conocieran y la quisieran.

Con mis padres fue diferente. Ellos nunca me perdonaron que me hubiera salido del camino que ellos con tanto esfuerzo habían trazado para mí.

Mi madre siempre fue cariñosa, siempre me protegió. Su único y ansiado hijo varón tras dos hijas.

Mi padre esperaba mucho de mí. Era su descendiente directo en sus negocios inmobiliarios.

En el coche, camino a la iglesia, el día de mi boda, mi corazón se me salía del pecho. El cielo amenazaba lluvia y hacia frio. Era abril y la primavera no había entrado en Madrid.

-hijo, estas a tiempo.

Desperté de mi ensimismamiento

– ¿qué quieres decir papa?

-me da igual lo que digan los amigos, yo lo arreglaré, pero démonos la vuelta. Vas a arruinar tu vida.

Le mire a los ojos. Hablaba en serio.

-estoy enamorado de una gran mujer y me voy a casar.

Me casé, dije sí quiero. Sin embargo, una sensación extraña me acompaño en ese momento.

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Comenzamos nuestra vida juntos. Mi padre me dejó claro que no contaba conmigo para ser su sucesor.

No me importaba. Solo quería estar con ella y sentir su apoyo.

Amalia pronto encontró trabajo en una multinacional.

Mientras, yo ponía en marcha mi empresa de componentes electrónicos con mi amigo Luis. El se ocupaba de las acciones comerciales y yo llevaba la parte financiera.

Llegue un día al despacho y Luis me estaba esperando.

_Elías tenemos que hablar. ¿Recuerdas el pedido que te dije que había firmado con los alemanes?

-claro, como para olvidarlo, es EL PEDIDO.

-se han echado atrás.

No puede ser Luis, lo cerré con ellos. Me dijeron que estaba todo ok.

-No hay nada que hacer, me han dejado claro que se han decantado por otro proyecto. Sabes que era un concurso y estas cosas pasan.

-Luis, necesitamos ese proyecto. Estamos sin blanca.

-No puede ser, no podemos estar sin blanca, entro ayer otro pedido. ¿Cómo no me has dicho nada antes?

Estoy harto Elías, no puedo más, me largo. Tengo una oportunidad para enfocar mi profesión hacia otro punto y creo que es el momento.

-pero, ¿y las deudas?

-no sé Elías, tu eres el que llevas esas cosas, eres el administrador único y tú debes saber qué hacer. Yo llevo la parte comercial.

Llegué a casa reventado. Sabía que era el fin de la empresa.

Nos fundimos todos los ahorros para liquidar la empresa. Y ella me apoyó.

No tenía suerte con los negocios. Mientras veía a amigos hacerse de oro con empresas yo fracasaba de nuevo con la apertura del restaurante.

Necesitaba despejarme. Cambiar de aires. Colombia era el sitio. Nada me ata aquí. Allí seguro que las cosas me iban a funcionar.

Estaba convencido y seguro que la convencía a ella, como otras veces.

-Amalia, llevas mucho tiempo queriendo ir a tu país. ¿Por qué no vamos este verano?

– ¿en serio?? Me encantaría. Pensé que no querías ir.

Organizamos el viaje, estuvimos allí mejor que hace años. Me sentía tan bien. Volvía a tener esperanza. Sabía que en Colombia todo iba a cambiar.

Le propuse volver a su país, que tanto amaba, comenzar una nueva vida allí.

Pero no quiso. Volvió a hacerlo. Ella sabía lo que iba a pasar y aun asi lo hizo.

-no me voy a ir a Colombia. No quiero más negocios. Quiero quedarme en Madrid y seguir aquí con mi vida.

La tensión, ese punto que aparece en el centro de mi frente, noto como corre la sangre por mis sienes y se acumula en ese punto. Para cuando me quiero dar cuenta ella está en el suelo. La odio con todas mis fuerzas. Es la causante de todos mis males. Me mira con cara de idiota. No la soporto. Verle a ella es ver mi vida fracasada, fuera del camino recto, metido en el fango.

Por mi cabeza pasa mi vida en un instante. Y no puedo soportarlo.

Se quiere levantar, pero es torpe y cae otra vez.

Sabía lo que iba a pasar. Ella me provocó, hirió mi orgullo como nunca nadie lo había hecho.

-pero, ¿tú? ¡Desgraciada! ¿Qué te has creído? ¿¿Eh??

– ¿Piensas de verdad que puedes decidir sobre esta familia? Tú no eres nadie sin mí.

-Harás lo que te diga yo e iremos a tu país. Esta decidido y no hay más que hablar.

-Eres lo peor que me ha podido pasar en la vida. Sin ti yo tendría lo que me merezco, pero tú me lo has quitado todo.

No respondía, estaba en el suelo con la cara tapada.

Le cogí de la barbilla y le obligué a que me mirara, a que entendiera quien manda.

Se lo buscó.

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-Tienes visita

Estoy hecho polvo, no he dormido nada, me siento sucio. Han pasado 15 horas desde que me metieron en este lugar.

Miro en la sala y le veo. Me paralizo, creo que voy a tartamudear como cuando era pequeño.

-hola papa

-hola Elías.

-Voy a recuperar mi lugar en mi familia papa, te lo prometo.

Se inclina en la mesa, casi me toca con un dedo el brazo. Noto su aliento y me quedo quieto. Estoy a punto de llorar. La vergüenza me sacude doblándome la espalda, bajando la barbilla. Soy incapaz de mirarle a los ojos. Conozco esa mirada, sé lo que está pensando.

Se incorpora levemente y me escupe cada una de sus palabras:

-no sé qué he podido hacer tan mal como para crear un ser como tú. Eres lo menos parecido a un hombre que he visto en mi vida.

Arrastraba las palabras, salían despacio una a una, poco a poco, ejerciendo un dolor enorme en mi interior.

-tus hijas llevan nuestro apellido y no quiero que sea arrastrado por el fango. Yo arreglare las cosas ya que tu no has sabido. A partir de ahora, me harás caso y conseguiré que las niñas sean educadas por nuestra familia.

-Gracias papa, si te hubiera hecho caso nada de esto hubiera pasado.

-yo nunca he tenido que tocar a tu madre para que supiera su lugar. Tu no has sabido mantener el orden en tu casa, se te han subido a las barbas y la has jodido bien.

Se levantó y me clavó la mirada. Sabía que no había retorno. Nuestra relación se había roto para siempre.

Le vi marcharse. Andaba recto, con paso firme, en la dirección correcta. Ojalá yo hubiera heredado su fuerza. Ojalá le hubiera hecho caso.

Me levanté y me dirigí a la puerta donde me esperaban para ir a la celda. Un cristal me devolvió mi imagen. Era un ser acabado.

Me acosté y cerré los ojos. Me imagine yéndome, abandonando este mundo que me odiaba, liberándome de tanto dolor.

Miro mi mano, observo la señal que la alianza ha dejado en mi dedo.

De repente veo sus ojos. Vuelvo a concentrarme en el momento del arresto y todo cobra un sentido claro: me estaba retando, me estaba haciendo frente. Casi puedo notar cómo se alegra de verme asi, hundido y rebajado, humillado y derrotado. Casi puedo sentir su sonrisa.

Aprieto la mandíbula y noto la tensión en la frente. Si la tuviera delante……

Me levanté de la cama y lo vi claro.

Demostraría al mundo que nunca más una mujer me iba a destrozar la vida.

No tenía nada que perder. Demostraría a mi padre que sí era un hombre.

Me vuelvo a la cama. Cierro los ojos. Me siento mejor. Ahora sé lo que tengo que hacer.