!Gracias a tí, peque¡

Fue un 24 de agosto cuando nació.
Me había pasado todo el verano dándome grandes paseos con la tripa al sol, quizás por eso hoy es tan morena y activa.
Me respetó hasta el día anterior y en cuanto pisé mi casa llamó a la puerta y dijo:

Ya tengo ganas de ver el mundo, ¡prepárate que vengo con ganas!!!!!
Nació con 3,800, algo más pequeña  que su hermana que superó los cuatro kilos.
Era muy muy bonita, con grandes ojos oscuros y una pelusilla rubia.
La primera noche tuvo piedad de su madre y me dejó dormir bastante bien.
La segunda empezó a mostrar quién era en realidad.
Durante los dos o casi tres años digamos que Gabri no quería dormir, no quería muchos abrazos ni mimos, no quería estar atada a una silla ni sola en una cuna.
Durante los dos o casi tres primera años de vida a Gabri le interesaba más el mundo exterior que otra cosa.
Cuando tienes un bebé que llora te das cuenta la fuerza que tienen unas cuerdas vocales tan pequeñas: aguantan horas llorando y ¡no se ponen afónicas!!!!
Al principio me preocupé mucho porque no sabía qué le pasaba.
Decidí un día coger el toro por los cuernos y ponerme a investigar qué hacía que Gabri no durmiera ni dos horas seguidas y no le gustaran los mimos.
Pedí a mi marido y a mi hija mayor paciencia y les dije una frase que me ayudó mucho a sobrellevar los días chungos : Gabri llora porque no sabe dormir y necesitamos entesañarle a dormir.
Ella no quiere fastidiarnos, simplemente no sabe dormir y por eso llora.
Estuve varios días dedicada solo a ella: le observaba dormir, observaba sus movimientos, tomaba notas sobre qué ocurría: si había ruido, si entraba la luz o era de noche….
Mi objetivo fue descubrir un patrón de conducta porque estaba segura que así podría ayudar a la peque.
Estudié y leí mucho: yo soy pedagoga de profesión pero mis conocimientos sobre psicología evolutiva estaban la verdad bastante obsoletos y me vino muy bien actualizarme.
Descubrí que cuando Gabriela se cansaba y parecía que iba a dormir, de repente se asustaba y comenzaba a llorar.
Por supuesto lo primero que trabajamos fue nuestra respuesta a su lloro: escuché y etiqueté diferentes tipos de lloro y me dí cuenta que en un porcentaje muy alto el lloro del susto ( así llamamos al que le aparecía justo antes de dormir) era el más corriente de todos.
Me marqué una hipótesis: si a esa edad el miedo que tienen es al ruido o a perder el equilibrio porque el resto de miedos aparecen más tarde, ¿qué le hacía sentirse así?
No lo sabía, realmente nunca lo supe pero sí descubrí que sus dos bloqueos ( a dormir y a recibir caricias) podrían estar relacionados.
Decidí hacer un plan de masajes muy concienzudo: todos los días a la misma hora, con el mismo  aceite ( para que fuera identificando los olores) en el mismo sitio y con la misma música le di un masaje de diez minutos.
Aprendí a dar masajes a bebés y desde que comencé a hacerlo hasta que Gabri dejó de patalear y aceptarme pasaron más de dos meses.
No falle un dia, y mientras pataleaba y lloraba yo pensaba: tranquila cariño, no sé que te asusta pero se que vas a aprender a relajarte. Este pensamiento  me despertaba mucha ternura y me daba muchas fuerzas para no tomarme a mal sus patadas.
Así, comenzamos a trabajar las dos, mano a mano, ella para aprender a dormir y yo para manejar mi control emocional.
Lo conseguimos y poco a poco fue aceptando  que eso de los masajes era divertido, que ama le sonreía y que le daba sueño.
Esta experiencia confirma mi teoría:
No hay niños buenos o malos, fáciles o difíciles, hay conductas que nos ayudan a aprender mucho o nos sacan lo peor de nosotros mismos.

Yo le debo mucho a Gabri por enseñarme a respirar con ella, a darme cuenta que cuanto más tranquila estaba yo mejor estaba ella que cuanto más tomaba oxígeno más era capaz de ayudarle.
No os penséis que no me desesperé o que no lloré a solas un montón de veces y que estuve a punto de tirar la toalla.
Cuando decía no puedo más pensaba: ahora puedo manejar la situación ,de mayor no lo sé.
Gabri fue creciendo y demostrando su personalidad.
Antes del año andaba y no quería silla, quería correr, explorar el mundo y no perderse nada
Era delgada y comía ( come) muchísimo. Para ella la comida es su gasolina para seguir en novimiento.
He aprendido mucho con ella y creo que entre todos ( imposible dejar a mi madre fuera de esto) le hemos ayudado a manejar su energía y que no sea la energía quien le secuestre.
Desde pequeña ha aprendido a aceptar límites ( no sin esfuerzo , esto también fue un trabajo constante) y sobre todas las cosas ha aprendido a no dejar dentro sus emociones y que no le salgan de forma explosiva.

Ahora es una niña con diez años que no se aburre nunca: todo lo que ve a su alrededor lo convierte en un juego, puede estar rodeada de gente o ser feliz también jugando sola, su imaginación es enorme y esta aprendiendo a compartirla.
Y sobre todas las cosas, ha aprendido a dar las gracias.
Hace unos meses una profesora les dijo a unas cuantas que les faltaba empatía y Gabri llego a casa súper disgustada.
Yo la entendí, sabía que ella conocía muy bien esta palabra y que muchas veces le habíamos dicho en casa que era muy empática, que demostraba valorar mucho lo que  otros habían por ella.
Al día siguiente fue donde su profesora y le dijo que no estaba de acuerdo, que quizás había hecho algo que no estaba bien pero que ella era empática muchas veces.
Sin duda aquí a la peque hay que darle la razón. Gabriela valora todos los días a las personas que tiene cerca lo que hacen por ella, lo que la cuidan y la quieren, etc
Es cariñosa y tierna y le encantan los masajes!!!!!!
Hoy le tocaba a tu madre darte las GRACIAS peque! Porque nos enseñas todos los días muchas cosas, entre otras:
a divertirnos
a ser más ordenados
a guardar nuestro turno para hablar
a jugar con un cacho  de papel
a realizar grandes preguntas
a ser más  claros y directos en tus expresiones
a valorar a nuestros mayores
a querer a los animales
a disfrutar de un plato de arroz
a respirar cuando tenemos ganas de gritar
…..
Gracias a ti peque!!!!

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