Mi primera historieta: LA DESBROZADORA

Antes de verano un cliente mío ( que tampoco le gusta mucho esto de los conceptos modernos e ingleses) me dijo que yo era como su desbrozadora.

Le pregunte a qué se refería porque conociéndole sabia que no podía ser mas que un gran cumplido.

Me dijo que él en su caserío tiene un terreno amplio. Me dijo que este invierno y primavera pasada había llovido tanto que la hierba estaba altísima.

Un sábado que salió el sol se animo a coger la desbrozadora y arreglarlo.

No tenia prisa y disfruto de este trabajo mañanero.

Observaba la hierba, los matices de sus colores, el olor que le llegaba al pasar la hierba por la máquina y las gotas del rocío que le salpicaban,.

De repente apareció una planta que no recordaba ya que estaba allí. Una flor que había comenzado a salir ante los primeros rayos de sol,… y se sorprendió al notar cómo la desbrozadora iba aclarando su camino hacia el muro de separación con la casa de al lado. Se sorprendió al ver que era él y nadie mas que él quien dirigía su camino y decidía por dónde pasar la máquina.

Entendió entonces que en las sesiones de coaching le había pasado lo mismo. Él había decidido sobre su vida, él sabia para dónde ir y las sesiones le habían ayudado y facilitado el camino., como una desbrozadora.

Cuando me lo explico me emocione muchísimo y se lo agradecí.

Tu espacio:

Ahora te toca a ti: que quieres contar, comentar u opinar????????

4 pensamientos sobre “Mi primera historieta: LA DESBROZADORA”

  1. Guauuuuuuu. Bonita historia María!!!! La verdad es que yo podría decir un poquito lo mismo. Gracias a tus sesiones, veo caminos que antes no sabía que existían, pensaba que sólo tenía una ruta para llegar a mi destino y ahora veo que existen atajos o caminos más fáciles de andar para llegar a dónde quiero e incluso con menos esfuerzo.

  2. Es una historia genial María. Es mucho más fácil de entender el término desbrozadora que el de coaching, de igual forma es más fácil hablar de sencillez que de lean, y es que lo que se lleva ahora en las urbes es rebautizar las cosas para no entenderlas creyendo innovar con ello, nos estamos volviendo locos con tanto agetreo y tenemos la cabeza como una de esas bolas de cristal que muestran agitadas la nieve cayendo, debería ser obligado visitar el pueblo periódicamente para tomar consciencia que la vida es sencilla, corta y en muchas ocasiones nos la perdemos preocupándonos por tonterías.

Deja una respuesta